Del laboratorio a la calle

En la medida en que van ampliando el conocimiento, algunos científicos también le encuentran aplicaciones concretas a lo que estudian. Así nacen proyectos de investigación aplicada que buscan mejorar problemas cotidianos o salvar vidas. Cinco ejemplos de lo que actualmente se está tratando de hacer en distintos centros chilenos.

Reportaje publicado en la sección Tendencias de La Tercera el 28 de noviembre de 2015

1 No más virus sincicial

Cerca de 10 mil millones de pesos anuales puede llegar a gastar el gobierno en los tratamientos, hospitalizaciones y medicamentos asociados al Virus Respiratorio Sincicial (VRS), el invitado de piedra que cada invierno ataca con  más fuerza a los niños hasta los tres años y es responsable de afecciones tan graves como la bronquitis obstructiva y la neumonía. ¿La buena noticia? Científicos chilenos han logrado sintetizar una vacuna contra la enfermedad. ¿La mala? Se quedan sin financiamiento dentro de dos meses.

Corría 2004 y Alexis Kalergis llegaba de su postdoctorado en Estados Unidos. Como cada año, los servicios de urgencia estaban llenos de pacientes con esta enfermedad, y el microbiólogo decidió centrar su investigación en un posible antídoto contra ella. Diez años después el equipo que dirige desde el Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia logró dar con una vacuna que, con una sola dosis, sería capaz de eliminar el virus entre la población de mayor riesgo. “Los peores estragos se dan entre los cero y los dos años. Nuestra vacuna podría protegerlos hasta por cuatro años. Al dársela al recién nacido lo dejaría con defensas durante un período suficiente para que cuando se enfrente por primera vez al virus sincicial no se active la enfermedad”. El grupo ha calculado que si la inmunización tiene efecto positivo incluso entre el 20 o 30 por ciento de las personas a las que se les administre, ya significaría un ahorro importante para el Estado y contribuiría a disminuir el contagio por el virus.

Para llevar adelante esta investigación, Kalergis ha postulado a todos los fondos posibles y buscado apoyo político. “Tenemos un convenio firmado desde la Universidad Católica con el Ministerio de Salud en el que le transferimos esta tecnología a ellos, es decir, la tecnología no se va a comercializar a un costo que genere lucro, sino que a uno que pueda cubrir el Estado. Por eso el Minsal no sólo patrocina, sino que mandata lo que estamos haciendo. Son los dueños de la vacuna en Chile”.

La investigación fue aprobada para ensayos por la FDA, la agencia estadounidense que regula los nuevos fármacos y tratamientos. “Además, tenemos reconocimiento del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH), eligieron nuestro proyecto dentro de miles pese a que normalmente financian productos americanos, desarrollos locales. Tenemos al gobierno americano financiando con fondos públicos nuestra vacuna porque la encuentran muy buena”.

Pese a esa valoración, para llegar a la meta les faltan entre tres o cuatro años de investigación y desarrollo, y actualmente en Chile no tienen asegurado el financiamiento que necesitan para continuar.

2 Salvar a las ranas para salvar el planeta

Desastres ecológicos, destrucción de cosechas e incluso la invasión de las polillas en algunos sectores de la capital tienen una raíz común: la extinción de los anfibios. Precisamente lo que analiza el Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, que estudia de manera interdisciplinaria problemas ambientales.

Claudio Soto, su director, explica que los anfibios son los vertebrados más amenazados del mundo y que cerca de un tercio de ellos está en peligro de extinción. “Cuando una especie completa desaparece se producen problemas en el ecosistema. Uno de los más importantes en este caso es que los anfibios consumen insectos y si no están presentes, las plagas de mosquitos y zancudos son más frecuentes, lo que trae grandes pérdidas en la agricultura. Por otra parte, aunque quizás no es tan importante aquí, en países más tropicales hay dengue, fiebre amarilla, enfermedades transmitidas por los mosquitos”.

Hasta ahora, señala el experto y autor del libro Conservación de anfibios en Chile estos daños no han sido cuantificados a nivel local, aunque las señales están: “La sequía es cada vez más frecuente y es muy previsible que en el futuro, al no tener anfibios, estos insectos exploten cada vez más, como lo estamos viendo con las polillas, por ejemplo”.

Su equipo ha confirmado la presencia de dos enfermedades emergentes, el ranavirus y la quitridiomicosis, desde Putre hasta Coyhaique. La última, sobre todo, está en la mira de los científicos, por sus efectos letales: tiene en peligro de extinción a una de las variantes de la ranita de Darwin, característica de nuestro país, y otro tipo de esta especie, que era representativa del norte, “muy probablemente ya se extinguió, porque no se ha visto desde 1980 y creemos que la enfermedad cumplió un rol importante en su desaparición”, afirma. Si no se toman medidas, podría ser el destino de otras especies vitales para nuestra supervivencia.

3 Energía mapuche

Las comunidades de Huanaco Huenchún en Nueva Imperial y José Painecura en Carahue, en la Región de La Araucanía, son parte del 96 por ciento de poblados rurales que según las estadísticas cuentan con electricidad. Sin embargo, en la práctica no es tan así: cada cierto tiempo el suministro se interrumpe, a veces hasta por tres días, y las cuentas de luz pueden llegar al doble de una boleta por el mismo consumo en Santiago. Por eso, la académica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Doris Sáez, lidera un proyecto para generar energía renovable y de bajo costo para estas comunidades mapuches, en el que también participan académicos de otras unidades y universidades.

Hasta ahora, y gracias al financiamiento de un Fondef (Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico), han instalado estaciones meteorológicas y medidores de consumo para evaluar cuánto pueden depender de la energía eólica y solar, lo que permitirá que los habitantes de estas localidades puedan, por ejemplo, echar a andar las bombas de riego que hoy les sale demasiado caro mantener. El objetivo es también poner en marcha una “granja inteligente”, un software que les permita a las personas monitorear a sus animales desde sus casas y evitar los robos.

Sáez, quien se define como “académica mapuche, estudiante mapuche y simpatizante mapuche”, explica que si bien se trata de un trabajo de mucho desarrollo tecnológico, la idea es hacerlo “de manera alineada con la cultura, porque para los mapuches es importante tener nuestro pedazo de tierra y utilizar nuestra naturaleza con respeto. No queremos energía solamente para iluminar la casa, sino para trabajar la tierra, para tener riego, tener más animales”.

Su objetivo de fondo es producir un cambio cultural: “Nos estamos jugando por una propuesta para que mis nietos se entusiasmen tanto que vuelvan al campo”, dice Sáez pero agrega que sacar adelante el proyecto ha sido difícil porque el financiamiento generalmente está amarrado a decisiones políticas centradas en impactos más fáciles de cuantificar. “Este es un proyecto social”, explica “y hemos tenido que hablar con las autoridades, con el director de Conadi o en el Ministerio de Energía. Creo que falta conocimiento a veces y la visión es muy de corto plazo”.

4 El robot reparador

Las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte del mundo. Una parte importante de las personas que sufren este tipo de afecciones requiere de una operación de bypass vascular que repone las arterias coronarias con injertos de vasos sanguíneos de otras zonas del cuerpo. Cada año se realizan cerca de un millón doscientos mil de estas cirugías en el mundo, pero alrededor de un tercio de los pacientes que requieren este tratamiento no puede optar a él.

El problema, dice Juan Pablo Acevedo, investigador de Cells for Cells, una compañía biotecnológica dependiente de la Universidad de Los Andes que trabaja con terapias basadas en células madre, es que estas personas “en general tienen una condición fisiológica adversa, principalmente son obesos o diabéticos, y no tienen vasos viables para que la solución sea por un período largo”.

Gracias a un Fondef de 150 millones de pesos por dos años, el equipo formado por Acevedo, Camila Wilkens, ingeniera civil química, y Maroun Khoury, experto en células madre, diseñó un sistema para crear vasos sanguíneos tan pequeños como funcionales. Evaluaron distintas alternativas, hasta que finalmente, y pese a que no son expertos en robótica, idearon una máquina capaz de reconstruirlos a partir de células madre. Si la investigación avanza, dentro de ocho años, calculan ellos, este robot podría fabricar vasos sanguíneos en menos de quince minutos y salvar la vida de una persona en medio de una cirugía. “Nosotros trabajamos con las células madre como fuente para la construcción de estos tejidos. Si logramos tenerlas aisladas previamente y llevarlas a pabellón, podríamos generar el vaso de acuerdo a la indicación del médico durante la misma operación”, o sea, de distintos diámetros, largos o con múltiples conexiones. Eso sí, aclara Acevedo, esto no podría realizarse en todos los casos, ya que dado que lo ideal es trabajar con células madre del propio paciente, estas tendrían que ser cultivadas previamente, lo que significa que se podría hacer en operaciones programadas, pero no en las de urgencia.

5 Bomba de tiempo

Un minuto puede ser definitivo cuando se enfrenta un accidente. En esos casos, dice Fernando Ordóñez, doctor en Investigación de Operaciones del MIT e investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), “puede significar que alguien se murió”.

Esa diferencia lo motivó a desarrollar el Commander, un sistema que desde febrero de 2013 utiliza el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Fueron los propios voluntarios los que detectaron el problema y acudieron a los expertos. Tenían un protocolo fijo para mandar los vehículos de emergencia en Santiago: acudía el de la compañía más cercana al lugar del incidente, lógica que no consideraba las contingencias del tráfico a distintas horas e ignoraba datos como, por ejemplo, que hay calles que cambian su orientación durante el día.

Con un presupuesto de alrededor de 100 millones de pesos financiados inicialmente por el Cuerpo de Bomberos de Santiago y luego por un Fondef, los investigadores del ISCI desarrollaron un software capaz de estimar los tiempos de viaje cada media hora, que fue integrado a la base de datos y al sistema de visualización de bomberos. Así, cuando los operadores reciben un llamado de emergencia, ingresan la dirección en la que está ocurriendo, y el sistema determina qué compañía puede llegar más rápido.

En los últimos tres años los bomberos han sido capaces de reducir hasta en un 40 por ciento su tiempo de respuesta ante las emergencias y así salvar más vidas y bienes gracias a un desarrollo pionero en Chile, donde es el primero en el que se utiliza una estimación explícita del tiempo de viaje a distintas horas del día.

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