Uno de cada cinco niños chilenos menores de 4 años ya están infectados con bacteria que provoca cáncer gástrico

¿Ha escuchado hablar de la bacteria Helicobacter pylori? Microorganismo es también responsable de la úlcera péptica en los adultos y en casos más extremos puede provocar cáncer.

Desde el año 2007 un grupo de investigadores del programa de Microbiología y Micología del Instituto de Ciencias Biomédicas del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile (ICBM), se ha dedicado a realizar estudios poblacionales en Santiago y en Temuco.

¿Su objetivo? Precisar a qué edad las personas contraen la bacteria Helicobacter pylori, un microorganismo que si bien es en los primeros años causa una infección asintomática, con el tiempo puede llevar al desarrollo de úlceras pépticas y cáncer en algunas de las personas infectadas. Con estos datos, los investigadores quieren encontrar estrategias de prevención para reducir el riesgo de desarrollar tumores estomacales.

En este largo registro de datos y gracias a la adjudicación consecutiva de tres proyectos Fondecyt, pudieron hacer un seguimiento de 10 años a 400 niños de la comuna de Colina (Región Metropolitana) y terminar un año de registros con menores de Temuco que están siendo evaluados a partir del año de vida.

“Queríamos comprender la dinámica de infección por Helicobacter pylori durante la niñez en niños chilenos y fue la pregunta central que nos hicimos hace 10 años. Es una bacteria muy relevante durante la edad adulta pero poco se conoce sobre la edad a que se adquiere y en quiénes y cuándo comienza a producir daño”, señala Miguel O’Ryan, académico del ICBM, investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII) y líder de la investigación

El resultado es preocupante: el 20% de niños menores de cuatro años ha desarrollado una infección “persistente” a causa de esta bacteria. Esto es, presenta la infección (se puede detectar en las heces) por muchos heces.

Según O’Ryan, “el helicobacter pylori es un micro organismo que está considerado un agente cancerígeno de tipo 1, es decir, con una reconocida relación causal con ocurrencia de cáncer”. “Una persona que tiene cáncer gástrico, una enfermedad que ocurre primordialmente entre los 40 y 60 años, fue, con alta probabilidad, afectado por la presencia de la bacteria en alguna etapa de su vida”, dice.

Además de saber cuántos niños estaban infectados, otra de las preguntas de la investigación era saber qué significa convivir con la bacteria por muchos años durante la niñez. “A la fecha, con niños cercanos a los 10 años, hemos visto que una pequeña fracción ya tiene síntomas u daño gástrico, otros no tiene síntomas pero si indicios moleculares de inflamación en el estómago y/o baja expresión de genes que podrían ser protectores contra el cáncer”, dice el investigador. Lo que han podido observar hasta ahora es que una vez infectados, la gran mayoría de los niños seguirá infectado probablemente hasta la adultez.

Respecto a la forma de contagio, O’Ryan indica que niños y adultos lo hacen fundamentamente a partir de una persona infectada a una no infectada, vía fecal-oral u oral-oral. Por lo mismo, dice el lavado de manos es siempre importante.

Para terminar con la infección se utiliza un tratamiento triasociado (dos antibióticos más un inhibido de protones), lo que ha demostrado ser efectivo en adultos con úlcera y en algunos con cancer inicial. “Nuestros estudios apuntan a proveer evidencia de la necesidad o no de ser más proactivo en la pesquisa y eventual tratamiento de esta bacteria en niños.

Actualmente, la recomendación es tratar solamente a quienes tienen síntomas asociados evidentes y familiares cercanos con cáncer gástrico. Quizás esta recomendación habría que modificarla, pero para ello hay que generar evidencia. Estamos actualmente tratando a 30 jóvenes infectados, evaluando el impacto del tratamiento en diferentes aspectos clínicos y moleculares, lo que debiera proveer de evidencia importante”, señala el investigador.

De acuerdo a los datos obtenidos, algunos niños de 6 a 10 años tienen daño asociado a la infección, sintomatología y alteraciones nodulares a nivel gástrico que eran evidentes en la endoscopía.

 

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