Científico chileno explica alcance del Nobel de Medicina

Estudios de ganadores podrían abrir la puerta para la cura de varias enfermedades, entre ellas el cáncer.

Por más de una década, William Kaelin, de la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.), y Gregg Semenza, de la U. Johns Hopkins (EE.UU.), junto al británico Peter Radcliffe, del Instituto Francis Crick, realizaron estudios que permitieron revelar la misteriosa relación entre el oxígeno y las células, investigaciones que ayer les permitieron ganar el Premio Nobel de Medicina.

Sus hallazgos son el punto de partida para nuevos avances, como tratamientos y curas para distintas enfermedades, entre ellas el cáncer.

Flavio Salazar, director alterno del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (Imii), explica que el premio se otorga por el descubrimiento de varios mecanismos asociados al uso del oxígeno en el metabolismo celular. “Las células necesitan, igual que cualquier organismo vivo, oxígeno”, precisa, y agrega que los estudios que se han realizado pueden tener, entre sus aplicaciones, la lucha contra el cáncer.

“Las células tumorales tienen un mecanismo distinto a las células normales. Se adaptan a niveles de oxígeno menores, pero siempre manteniendo un equilibrio que les permita seguir viviendo y creciendo”, dice.

Las células tumorales, al igual que otras células, como las embrionarias, realizan un proceso llamado angiogénesis, que es la generación de nuevos vasos sanguíneos que nutren al tumor.

“La mayoría de los tumores tienen bajos niveles de oxígeno, niveles de acidez mayor que el tejido normal y a veces irrigación sanguínea menor. Todos estos elementos hacen que los tumores, por su propia selección y capacidad de dividirse, generen resistencias mayores y desarrollen mecanismos alternativos de metabolismo”, dice Salazar.

Son precisamente estas adaptaciones las que gracias a estos estudios hoy se entienden y permiten pensar en estrategias de tratamiento contra el cáncer.

Una de esas opciones, por ejemplo, sería suprimir el oxígeno que reciben, un desafío que no es fácil, agrega Salazar, “pero que varios grupos de investigación en el mundo están intentando”.

 

Fuente: La Tercera