Científica chilena desarrolla vacuna contra la temida salmonella

La fórmula busca crear una barrera de larga duración, para prevenir las secuelas que podría dejar la infección.

Susan Bueno tiene dos máximas en su casa. Sagradamente desinfecta el refrigerador una vez a la semana y por ningún motivo se tienta con la mayonesa casera. ¿La razón? La salmonella, una de las cuatro causas principales de enfermedades diarreicas a nivel mundial. Es por esto que desde hace más de 7 años, esta doctora en Ciencias Biomédicas, investigadora del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII) y académica UC, en conjunto con el doctor Stephen Mc Sorley, de la U de California, trabajan para entender cómo opera esta bacteria y desarrollar una vacuna.

La científica explica que la salmonella es una familia grande de agentes patógenos que tiene dos vertientes principales: una es la salmonella enteritidis, transmitida por aves y alimentos como los huevos, cuyas manifestaciones son un cuadro de gastritis con diarrea, fiebre y dolor abdominal. Por eso se recomienda consumir huevos cocidos y pasteurizados. También la pueden transmitir las tortugas, lagartijas e iguanas. Y por otro lado está la salmonella typhi, cuya bacteria se disemina por todo el cuerpo, provocando la fiebre tifoidea, que puede ser mortal. Su mecanismo de contagio es fecal-oral, a través de agua y de alimentos contaminados. “Antes, la fiebre tifoidea era un problema de salud súper serio en Chile, pero desde que se trataron las aguas servidas, se redujo mucho. Sin embargo la gastroenteritis por salmonella enteritis sigue siendo recurrente”, explica.

Por eso, sus investigaciones se centran en la primera, aunque sirven para ambas.

La característica que tiene esta bacteria es que, de alguna manera, apaga la respuesta inmune del cuerpo infectado. “Es capaz de vivir dentro de las células. Evita que ella reconozca que está infectada y que reaccione para eliminar a los agentes patógenos”, dice. En los años de investigación, Susan Bueno y su equipo describieron su mecanismo. “Identificamos que la salmonella puede promover que las células del sistema inmune del individuo infectado produzcan una molécula antiinflamatoria llamada Interleuquina-10, que no debería producirse cuando hay una infección bacteriana”.

Por otro lado, el equipo en Estados Unidos creó 2.700 proteínas sintéticas de la bacteria y logró identificar cuáles sí podían ser reconocidas por el sistema inmune en conjunto con otras moléculas que también estimulan la respuesta inmune. “Es una vacuna basada en la proteína recombinante sseB, esto quiere decir que esta proteína induce la producción de anticuerpos y linfocitos T en el cuerpo. Son proteínas de la bacteria, pero se generaron sintéticamente”.

-¿En qué etapa está la vacuna?

-En estudios preclínicos. En modelos animales ha tenido muy buenos resultados, pero falta para la etapa clínica.

-¿Por qué crear una vacuna si hay antibióticos de tratamiento?

-Porque el hecho de haberse infectado podría tener secuelas a largo plazo. Se ha visto que una infección previa con salmonella, que no es letal, estaría favoreciendo que en un futuro algunos individuos desarrollen una inflamación intestinal crónica. Ya se han generado algunas vacunas para la fiebre tifoidea, pero no tiene una potente respuesta inmune y además son de muy corta duración. La nuestra es mucho más intensa, de larga duración. Con una aplicación bastaría para toda la vida.

La investigadora es enfática en decir que la prevención es, hasta ahora, la mejor medida contra esta bacteria. “Hay dos cosas que uno debe hacer en su cocina: separar los compartimentos y utensilios de la carne con los de las verduras. La bacteria puede resistir un buen periodo de tiempo en una tabla de cortar.

-¿Nada de mayonesa casera?

-Nada. En Chile no hay una regulación para que los huevos del supermercado se mantengan refrigerados. A la bacteria le gusta la temperatura alta para crecer, por eso los brotes de gastroenteritis son principalmente en verano.

La clave para disminuir el uso de antibióticos

“Hacer vacunas contra estas bacterias es muy difícil, pero necesario para cortar el círculo de la resistencia a los antibióticos”, comenta Jaime Labarca, jefe del departamento de enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de la UC, y representante chileno del estudio de la OMS, que en julio elaboró una lista con los “12 patógenos prioritarios” más peligrosos para la salud humana. Entre ellos, la salmonella.

“Con el uso inadecuado de antibióticos, las bacterias mutan para volverse resistentes a los tratamientos, convirtiéndose en una amenaza para la salud pública. Hay bacterias multiresistentes para las cuales hay muy pocos antibióticos efectivos, como el neumococo, la neisseria gonorrhoeae y la salmonella”, explica Labarca.

Del 100 % de antibióticos que se usan en el mundo, la mitad la consume la medicina humana y la otra, la veterinaria. En la última, el infectólogo explica que “se aplican para tratar animales enfermos, prevenir infecciones e incluso para acelerar el crecimiento. Todo eso va generando la resistencia”. De ahí la relevancia de las vacunas.

“Las investigaciones de la doctora Bueno son prometedoras, pero toman tiempo. Desarrollar un antibiótico demora 15 años. La bacteria, en cambio, demora 2 a 3 años en desarrollar la maquinaria para combatir a ese antibiótico.¿Cómo se previene eso? Mejorando las condiciones sanitarias y usando vacunas. Ellas son clave para disminuir el uso de antibióticos”.

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